Estoy perdida dentro de mi, ya no me acuerdo ni quien soy, o más bien quien solía ser, en mi interior solo hay oscuridad, la oscuridad de la desconfianza, alumbrada por una pequeña chispa de autoestima, tan diminuta que no es capaz de alumbrar nada, la soledad recoje los pedacitos de mi corazón roto e intenta unirlo al igual que un puzzle, pero sin éxito alguno.
La soledad y la consciencia me ayudan a mantener mi cabeza en alto, y mis ojos limpios de envidia y maldad, mientras mi yo interior quiere gritar, salir corriendo, dejar de estar encerrado en lo más hondo de mi ser.
Mi cabeza, negra como una noche sin luna, esta llenas de sentimientos y pensamientos negativos, con la única idea de abandonarlo todo, rendirme e unirme a los vencidos, pero mi cobardía llega a ser mayor a mi depresión, ninguna salida es buena, todo son equivocaciones.
Me veo encerrada en una cárcel invisible, que me da cierta libertad, a la cual no quiero acceder, prefiero acompañarme de mi soledad y mi consciencia, las cuales nunca me dejaran sola, ni me defraudaran, aunque mi consciencia me juegue malas pasadas y la soledad no sea tan buena compañia.
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